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Conciencia Social | La desinformación y el desprestigio hacia la lucha trans

  • Ana O Rocha
  • 16 jun 2020
  • 9 Min. de lectura

Actualizado: 9 mar 2021





Desde hace unos días comencé a toparme una publicación de manera repetida en mi inicio de Facebook, pero las primeras líneas llamaron inmediatamente mi atención: «El presidente de Rusia, Vladimir Putin, destrozó la ideología de género en entrevista con la periodista norteamericana Megyn Kelly».

La transcripción del vídeo es falsa, puesto que los subtítulos que se le agregaron habían sido alterados para hacerlos ver como una crítica, mientras que el tema que se trató durante la verdadera entrevista fue acerca de las acusaciones de intervención rusa en las últimas elecciones presidenciales de los Estados Unidos de 2016. Sin embargo, el texto seguía planteando ideas algo interesantes, propias del verdadero autor y de las personas que se encontraban de acuerdo con ello.


Se comenzó la analogía de la siguiente manera: «Supongamos que le digo que soy el mejor presidente del mundo y alguien pregunta ¿de dónde surge esta autopercepción? Yo podría argumentarlo diciendo que he sido elegido tres veces; de hecho, ostento el récord de ser el mandatario que más tiempo ha estado en ese cargo desde la caída de la URSS. Si le agregamos todos los reconocimientos que he obtenido, vale auto percibirme como el mejor presidente del mundo. Y si a alguien se le ocurre pensar lo contrario será tratado de fóbico y me encargaré de castigarlo. Pero no siendo eso suficiente, crearé leyes para que nadie pueda decir que hay otro mejor presidente».




Aunque no fue Putin quien expreso lo anterior, este inicio es criticable. Durante su mandato, el derecho a la libertad de expresión, de asociación y reunión pacífica, sobre todo cuando esta toca un punto en que habla del gobierno, se ha visto cada vez en mayor decadencia tanto en práctica como en ley. Las consecuencias van desde hostigamiento, maltrato policial, detenciones arbitrarias y multas elevadas, hasta procesamiento y cárcel; hay individuos que incluso han denunciado tortura por parte de las autoridades. Así que, aparentemente, quien ha ido en contra de su gobierno ha sido castigado.

«Pero ¿y si visitara un psiquiatra que discrepara conmigo apelando a su conocimiento diciéndome que NO soy el mejor y que lo que tengo es un trastorno narcisista? Describiría al psiquiatra como atrevido y entonces es hora de crear un lobby. Reúno colegas que piensen que son todos los mejores del mundo. Estos son gente con recursos suficientes para presionar a cualquiera. Decidimos ir a los manuales de salud mental y obligamos a quitar »trastorno narcisista« de sus páginas. Y quien lo olvide será diagnosticado fóbico».


Actualmente contamos con dos guías de gran relevancia al momento de hablar de la salud mental, el Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales o DSM por su acrónimo en inglés y la Clasificación Internacional de Enfermedades o CIE. El primero se enfoca en la descripción sistemática y precisa de los criterios diagnósticos y las características propias de un trastorno, mientras que la CIE está orientada al registro y análisis de las características presentes en el trastorno.


En 2012 una nota en El País anunciaba lo siguiente: «Los transexuales ya no son enfermos mentales», especificando que DSM-5 eliminaba este trastorno de sus páginas, incluyéndolo ahora como disforia de género. En 2018 fue el turno de la CIE-11, pues se leía el título de otra noticia: «La OMS saca la transexualidad de la lista de enfermedades mentales».

El término disforia de género fue usado por primera vez en 1974 por Norman Fisk, refiriéndose al malestar personal ocasionado por el conflicto entre la identidad de género y el sexo biológico. Este cambio de denominación también cambia la esencia del diagnóstico, el cual cambia de la identificación de género cruzada a la identificación del malestar que puede acompañar a la incongruencia entre el género experimentado o expresado y el género que se asigna. La Asociación Psiquiátrica Norteamericana admite que la no conformidad de género no es per se un trastorno mental, pues la inconformidad que sufren los individuos pertenecientes a esta comunidad muchas veces es ocasionada por una sociedad que los estigmatiza.

La reclasificación también ha ayudado a separarla de las disfunciones sexuales y parafilias para erradicar su estigmatización, así como conlleva a tratar por separado la disforia infantil, disforia adolescente y disforia adulta.

Las revisiones y actualizaciones de ambos recursos no son cosas que se toman a la ligera, pues diversos grupos de investigación son los encargados de detallar diferentes aspectos, respaldándolos con evidencia científica actualizada y proveniente de fuentes confiables. Del mismo modo, estos están obligados a pasar por múltiples revisiones para garantizar su veracidad; no basta con tomar un único aspecto de un solo grupo en consideración por la presión que pueda ejercer.


Si la presión fuera suficiente para eliminar un hecho científico, la gente que es antivacunas o cree genuinamente que la tierra es plana, ya hubiera logrado su objetivo hace años.

«Hay una ridícula ley en Inglaterra que prohíbe a los médicos llamar ‘madre’ a las embarazadas para no ofender a las mujeres que se sienten hombres. Una minoría con DISFORIA imponiéndose por encima de todos nosotros».

En 2017 las notas estallaron aclamando que la Asociación Medica Británica, o BMA por sus siglas en inglés, había emitido un comunicado donde se sugería llamarlas personas en estado de gestación o pregnant people, en lugar de futuras madres o expectant mothers, pues se dijo que el término utilizado comúnmente podría evitar inconformidades en la comunidad. Pues bien, ¿realmente se emitió una ley que prohíba llamar a alguien de esta manera, obligando a los doctores a utilizar el lenguaje inclusivo? La respuesta es no. Esto no ha sido prohibido por el gobierno legalmente y ni siquiera se ha desalentado su uso.

Esta malinterpretación de datos que terminó en un teléfono descompuesto comenzó en 2016, cuando la BMA emitió ciertas recomendaciones sobre el uso del lenguaje inclusivo en caso de ser necesario. Pero la BMA es únicamente una asociación profesional y sindicato registrado de médicos en el Reino Unido. Sin embargo, no regula ni certifica a los médicos, pues esta responsabilidad es del Consejo Médico General.

En el 2017, el Ministerio de Relaciones Exteriores y de la Mancomunidad de Naciones o Foreign and Commonwealth Office sugirió que el término «mujer embarazada» no era legalmente preciso. Esto fue expresado en un solo comentario realizado durante el Comité de Derechos Humanos de la ONU acerca de la interpretación de derecho a la vida en un tratado en particular.


Es decir, en ningún momento prohibieron su uso; se han realizado sugerencias debido a las diversas situaciones en las que puede presentarse una persona durante el proceso de gestación, sugiriendo que se le dé el trato al paciente que lo haga sentir mejor en esa etapa de su vida. Del mismo modo, se ha hablado acerca de las especificaciones en los derechos humanos y cómo estas podrían redactarse de manera en que estos se garanticen para toda la población. La ley inexistente únicamente surgió de la malinterpretación de los medios. Nadie está obligado a nada por una minoría.

«Analizo la realidad. Nadie debe justificarse por no ser homosexual. Hay movimientos y activistas denominándonos »trastornados« a quienes no queremos acostarnos con transexuales. Les cuesta entender que yo la cama la comparto con quien quiero.

Es correcto, nadie debe justificar su orientación sexual o identidad de género ante nadie, pues no es de la incumbencia de otras personas más que de uno mismo. Para que se pueda realizar cualquier acto se requiere el conocimiento y consentimiento válido de todas las partes involucradas en la actividad. Es un requisito básico en cualquier ámbito.


Ahora bien, las acciones de una sola persona no son suficientes para juzgar a todo un movimiento que lleva años luchando por que se les respeten los derechos e incluso se les valide como seres humanos. Justificar el completo rechazo de toda una comunidad sólo por lo que hace un individuo, que ni siquiera se sabe si realmente pertenece al movimiento, no tiene lógica. Lo hemos visto mil veces: el amarillismo afecta a la causa, pues la gente comienza a hacerse una opinión sesgada por casos aislados, pues estos hacen mucho más ruido que la norma.

Así que reitero, en efecto, nadie debe justificar su existencia con el resto y cualquier actividad que se quiera hacer debe estar siempre respaldada por el consentimiento real de todas las partes y el respeto a todos.

»Si usted quiere ir por la vida diciendo que es un oso panda, por supuesto que no me molesta. Pero si usted va a tratarme de fóbico por observar que usted no es un panda, o si usted comienza a insinuar que yo padezco alguna suerte de trastorno por querer ir a la cama con mi esposa en lugar de con un panda, no me pida tomarla en serio. Quieren crear leyes para que no podamos decir las palabras ‘niña’ y ‘niño’. Decir que los niños tienen pene se ha convertido en un delito de odio. Eso no es delito de odio, es biología. ¿En qué clase de mundo vivimos que se nos prohíbe el sentido común para satisfacer una minoría irracional?»

Dejaremos por vistos los temas ya tratados en los puntos anteriores con el fin de no redundar. Se están comparando situaciones muy distintas en contextos que no van de la mano, muchas veces utilizando ejemplos que han surgido como modo de burla y falta de respeto a diversas comunidades, no solamente a la de las personas trans.

Hay distintos trastornos en que el ser humano puede percibirse como un animal, pero la disforia de género que presentan las personas trans dista mucho de percibirse de esta manera y ni siquiera se dan bajo las mismas circunstancias. La forma en que el cerebro procesa las dos situaciones también es completamente distinta y la evidencia científica detrás de ambos casos proviene de fuentes diferentes.

A final de cuentas, las personas han expresado que lo único que desean es que se les dé el respeto que merece un ser humano, que su voz sea escuchada sin que la sociedad los excluya por los prejuicios que se tienen hasta el día de hoy y que los estigmas en torno a la comunidad sean erradicados.

«¿Usted tiene noción de la aberración que está teniendo Canadá?: A los padres que repudien la enseñanza de ideología de género para sus hijos, se los quitan».

Todos los niños y jóvenes tienen el derecho a no ser discriminados en ninguna circunstancia, según lo establece la ONU en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, así como la Carta Canadiense de los Derechos y las Libertades. A partir del 2017, la identidad de género y la expresión de género han sido incluidas explícitamente en todas las legislaciones de derechos humanos a nivel provincial, territorial y federal en Canadá. La falta de apoyo por parte de los padres en sus derechos ha sido asociada con consecuencias negativas como grandes niveles de jóvenes sin hogar, deterioro de la salud física y mental, pensamientos suicidas e intentos de suicidio.

Comúnmente, esta discriminación y rechazo hacia esta comunidad se debe a una educación con un alto grado de ignorancia, llena de prejuicios sociales que es impartida desde el hogar. Respecto a la posibilidad de perder la custodia de sus hijos, las únicas fuentes que lo señalaban de esta manera fueron notas amarillistas o cuya evidencia proviene exclusivamente de la religión, utilizando términos como agenda/doctrina gay/LGBT, citando a «los defensores de la familia bíblica» y grupos similares.

Hacen referencia a la ley 89, pero ¿qué es lo que señala realmente? El proyecto de la ley 89 únicamente añade protección al menor bajo cuidado en caso de abuso por su tutor o tutores, pero no le da al gobierno el poder ilimitado de retirar su custodia basándose en que estos no se encuentran de acuerdo con la ideología de género. La custodia se pierde por abusos y negligencia del cuidador, no por discrepancia de ideas. En ese caso, cualquier forma de pensar ligeramente distinta sería suficiente para que todo padre sin excepción perdiera la custodia de sus hijos.



- «Si yo me siento un hombre, ¿quién es usted para decirme que no soy un hombre?».

- «Bueno, en ese caso, yo me siento una ballena azul con superpoderes mutantes. Supongamos ahora, hablando en serio, que tratáramos los desórdenes alimenticios con esa ideología. Las personas anoréxicas se perciben gordas, aunque están peligrosamente delgadas. Pero según esta ideología, deberíamos decirles que están gordas, impulsándolas así, a la muerte. A los psiquiatras que dicen que los transexuales padecen un trastorno, tratémoslos como fóbicos.»La misma ideología puede aplicarse a cualquier cosa: ¿Por qué no soy japonés?, y ¿qué pasaría si exijo la ciudadanía al Gobierno de Estados Unidos porque me siento estadounidense? »

Aquí vuelve a caer en la ridiculización hacia la comunidad trans y la estigmatización de trastornos mentales. Las consecuencias son muy diferentes en los escenarios que plantea, por lo que su comparación es absurda.

La gente de esta comunidad requiere del apoyo genuino para mejorar su calidad de vida. Se ha observado que la transición es efectiva para tratar la disforia de género y puede mejorar significativamente su bienestar. Del mismo modo se notó una mayor autoestima, confianza y se redujeron los niveles de ansiedad, depresión, pensamientos o intentos suicidas y abuso de sustancias.

«La ideología de género carece de sustento. Me niego a someterme al capricho de unos pocos».

Diversos estudios han mostrado un parecido más cercano de la estructura cerebral entre las personas transgénero y los sujetos de control con la misma identidad de género que aquellos que comparten su sexo biológico. Del mismo modo, aunque las personas transexuales exhiben niveles hormonales similares en la edad adulta como sujetos de control del mismo sexo biológico, estos estudios han indicado una transición de características específicas de sus cerebros a la identidad de género real. Estos son solo unos pocos estudios, pero hay muchos más que respaldan y aportan más información.


El desprestigo a la lucha trans LGBT+ está latente en nuestro día a día en personalidades que ocupan puestos publicos, por ejemplo la regidora de Chihuahua, Catalina Bustillos, donde afirmaba, según sus conocimientos, que los términos pertenecientes a la comunidad LGBT+ no existían, pues su padecimiento era una pérdida de identidad que podía curarse con nutrición y terapia. Y a eso podemos agregarles más declaraciones de este estilo de parte de personas con gran influencia y fama internacional, como lo que ha sucedido recientemente con J. K. Rowling y sus declaraciones en Twitter.


Fuente: ABC.es

La estigmatización y discriminación hacia una minoría, la cual proviene de la ignorancia, no tiene justificación.


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