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Conciencia social | La vestimenta no hace al abogado

  • Misael Watanabe
  • 9 ago 2021
  • 3 Min. de lectura

Osvaldo Rivas en el Instituto de Ciencias Sociales y Administración |Tomada de Facebook

El viernes 6 de agosto Osvaldo Rivas alumno de la Licenciatura en Derecho de la UACJ, interpuso una queja ante la coordinación de la misma ya que, una profesora lo expulsó al criticar las condiciones en las que debían presentarse a su clase. En una clara vulneración de los derechos humanos suscritos en la Constitución Federal, en exclusivo los artículos 1 y 4, donde la discriminación y el derecho al libre desarrollo de la personalidad fueron simplemente pasados de vista por la docente, imponiendo que los alumnos deberían llevar camisa larga y depilarse dando a entender que había "reglas" que éstas ayudarían a mermar la "degeneración" de la profesión de abogado. La manifestación del estudiante ha generado múltiples reacciones que apoyan al quejoso y también quienes le recriminan el no saber de las formalidades de sus estudios.


Para comenzar daremos el concepto de libre desarrollo de la personalidad. Armando Díaz Cruz para La Jornada diría que: "El derecho al libre desarrollo de la personalidad es la facultad que cada individuo tiene para elegir autónomamente su forma de vivir. Este derecho garantiza a los sujetos plena independencia para escoger, por ejemplo, su profesión, estado civil, pasatiempos, apariencia física, estudios o actividad laboral y sólo está limitado por el respeto a los demás y el interés general. Mediante esta prerrogativa el Estado reconoce la facultad de toda persona de elegir ser y actuar de la manera que mejor le convenga para cumplir con sus preferencias, metas y expectativas particulares de vida."


Lo anterior sostenido por criterios de la Suprema Corte de Justicia de la Nación tiene íntima exigencia de Rivas, data de la gran omisión de la maestra sobre los DH contemplada en la anterior definición ya que la vestimenta de sus alumnos no merma el compromiso y el respeto hacia la enseñanza primordial. Crear abogados conscientes de su entorno. Si bien en cada asignatura hay reglamentos, no pueden estar encima de la ley fundamental. Se agrega, que los prejuicios ya han mostrado varios episodios en secundarias y preparatorias de la coacción hacia sus alumnos, ignorando las modificaciones a los propios reglamentos de las instituciones que han llegado hacia los tribunales dándole la razón a los educandos.


Ahí tenemos el caso de un estudiante de una secundaria en la ciudad de Chihuahua que se le suspendió y sancionó por que el joven no se había cortado el cabello como mandataba el reglamento de la institución. El juez que tomó el caso, consideró que había discriminación estética concediendo la protección de la justicia mediante un amparo. La institución, negó nuevamente el acceso al alumno hasta que después de tres días lo dejaron ingresar no sin antes darle una amonestación. Lo interesante es que el juez declaró, que era inconstitucional negar el derecho a la educación por el corte de cabello, el cual no afecta el desarrollo escolar.


Nos preguntamos, ¿Realmente la vestimenta afecta la praxis de la abogacía? nosotros creemos que no, ya que el conocimiento adquirido desde los estudios universitarios hasta el postular no está apegado a un criterio estético. Lo importante aquí es la función social que debe tener el abogado el de ser garante de la justicia, tan necesaria en un país con índices de impunidad alarmantes. No nos sirven nada profesionistas "bien vestidos", si no son más que una fachada de una hipocresía que genera distorsiones que no sólo estorban sino nublan de la realidad. Lo segundo que tendríamos que cuestionarnos es, ¿Los abogados de hecho tienen una formalidad? ¿Quién se las ha dado?, dirán algunos como hecho de reconocimiento que, se necesitan de características especiales para deducir con la forma de vestir que ante nosotros está un abogado. Aunado a ello esa distinción, otorga confianza. Pero eso se llama prejuicio, no es una condición obligatoria, la construcción arcaica sobre la visualización de un abogado, genera miedo ya que se encuentra tambaleando por la poca argumentación que ofrece en su defensa. Al obtener un auditorio sometido, la crítica se vuelve enemiga y posteriormente eliminada como el caso de Osvaldo. Tenemos que dejar de fabricar ídolos en el Programa de Derecho sino, profesionistas que tengan una mayor concepción filosófica sobre su participación en la construcción del país. De nada servirán técnicos jurídicos, meramente legalistas.


Veamos el pensamiento de los estudiantes y nos daremos cuenta de la problemática. No hay una propuesta a que se prueben el llegar más allá, del pensamiento conservador que se les ofrece. No tendría que estar dado el fenotipo del abogado y de ninguna otra profesión (eso sí tomando sus particularidades). Es hora que se visualice un conflicto, crudo como lo que es. Y sobre todo enfrentarlo. Absolutamente todo va en constante cambio, el aferrarse contribuye al daño en la educación jurídica. Se trata de controlar a los alumnos en su aspecto individual para ningunear su identidad. Queda en nosotros la unión y hacer valer nuestros derechos...

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