Conciencia Social | Diagnóstico electoral y juventud
- Misael Watanabe
- 30 may 2021
- 2 Min. de lectura

El escenario electoral se acerca. En Chihuahua vemos, por un lado, a la clase privilegiada dándose baños de pueblo denostando su clasismo, y por el otro, la retórica progresista que impuso a través de su dirigencia a personajes indeseables y con dudosos, por no decir, escandalosos antecedentes; por si faltaba algo, los "antisistemas", que ahora se dijeron independientes, capitularon ante el poco capital político que tienen.
La juventud será un peso importante decisorio el próximo 6 de junio. Nos encontramos con una disyuntiva ¿ese peso se hace sentir activamente? Los jóvenes que se involucran arduamente en los temas de interés, dan mayor margen a los gobernantes de imponer a discrecionalidad decisiones que benefician a unos pocos. La sensación es de una juventud apolítica y falta de crítica que juzga, sólo adentrándose en un mundo cuadrado.

Entiéndase que el sistema electoral mexicano hace creer al votante que es parte del cambio emitiendo su sufragio. Cada periodo de votaciones es un ciclo se repite con promesas alentadoras que se quedan en la congeladora porque dejamos de ser sujetos políticos para conformarnos con migajas, que sólo continúan una forma de gobierno que es ajena a nosotros.
Y lo vemos con los jóvenes; algunos por escalar en el sistema, y otros, por ganarse algunos pesos necesarios en medio de una pandemia. Los jóvenes hacen el juego sucio para los candidatos buscando simpatías. La ingenuidad permea. Se menciona que "se vota por el candidato y no por el partido". No podemos olvidar que la política con registro es enemiga de la juventud porque poco le interesa su calidad de vida. No hay peor ciego del cual no quiera ver; dar el visto bueno a la corrupta clase política es llevar al país al abismo. Francamente es irresponsable la indiferencia de la juventud.
Como menciona el maestro Erasto López para El Diario: “De lo anterior se desprenden dos cuestiones: la primera; que en la ciudadanía debe prevalecer el ímpetu de la crítica constante hacían nuestros gobernantes. En otras palabras, la obligación de estar siempre pendientes de los medios, formas, acciones y omisiones que estos realizan durante sus mandatos y en caso de ser necesario hacerlos responsables de las consecuencias. Guardar silencio y no cuestionar, implicaría desprendernos de nuestro estatus de ciudadano y colocarnos en un nivel de súbditos. La segunda; que la ciudadanía genere un compromiso con su comunidad tomando un rol participativo con el entorno. Si bien la observación y la crítica son importantes, también surge la obligación de proponer y no solo de señalar”. Se necesita independencia. Los tiempos apremian nuestra intervención. Lo mejor que nosotros los jóvenes, que sentimos la precarización, hagamos sentir nuestra molestia de manera organizada sin necesidad de farsantes que sólo son amigables por interés.
Estamos en una época cambiante en donde ser simples espectadores y no participar en la conformación de un nuevo esquema democrático es condenarse a un mal cíclico.
Si es nuestro deseo cambiar nuestra compleja realidad debemos mirar en conjunto. Tenemos que tomar en cuenta las necesidades, restricciones, etc. Nos corresponde saber quién será nuestro aliado y quién fungirá como antagonista. La política tradicional ocupa el papel de enemistad haciendo un papel de contención ante las demandas juveniles.
Es ahora o nunca…
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