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Reseña de pascua | Noé y la humanización del relato

  • Foto del escritor: Jason Coronado
    Jason Coronado
  • 12 abr 2020
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 18 jul 2020

Textos para pasar la cuarentena


Como ya se superó a nivel nacional los quince días de cuarentena y que estamos en semana santa, es inevitable que en este fin de semana aparezca al menos una película cuyo tema esté relacionado con alguna historia bíblica.


Por esa razón decidí escribir acerca de una película del director Darren Aronofsky llamada “Noah” o para Latinoamérica “Noé”. Jamás he leído la historia de Noé en una biblia así que me voy a limitar a hablar sobre los hechos de la película.


A grandes rasgos la historia se desarrolla como el común de la gente la conoce: a Noé se le encomienda la tarea de construir un barco lo suficientemente grande para que dos ejemplares de cada especie animal suba y se resguarde para sobrevivir al diluvio. Hasta aquí todo bien con el qué, pero lo más interesante es el cómo.


Quizás en otras adaptaciones se centraban en el personaje principal, pero Aronofsky decidió darle importancia también a su familia. Ellos de alguna manera son los causantes de que la historia se complique aún más.


Shem, el hijo mayor de Noé, tiene una relación amorosa con Ila, una mujer que en su infancia fue rescatada y adoptada por el protagonista. Ella no puede embarazarse porque sufrió una herida grave de niña que le dañó su sistema reproductivo. Hasta ese punto Noé tiene instrucciones directas de Dios de que tanto él como su familia van a ser los últimos humanos en la Tierra después del diluvio.


Ila va con Matusalén, que es mencionado en la película como el abuelo, para pedirle consejo.

Por otro lado, el segundo hijo de Noé, Ham, le pide a su padre que cumpla su promesa de conseguirle una esposa. Ham constantemente espía a Shem e Ila porque él se siente solo y quiere saber qué es lo que se siente tener a una compañera. En gran parte de su participación en la historia se muestra preocupado por pasar el resto de su vida solo. A tal punto llega su desesperación que va al pueblo de los bárbaros a conseguirse una compañera.


El otro gran problema al que se enfrenta Noé es que el grupo de bárbaros liderados por Tubal-cain tiene intenciones de subirse para sobrevivir. Ellos quieren sobrevivir a la extinción de la humanidad y están listos para matar si es necesario.


Hasta ahora ya repasamos las tres grandes causas de que la historia se complique, Ahora me gustaría hablar del porqué la película está buena y vale la pena verla.

Darren Aronofsky junto con los escritores se encargaron de mostrar personajes que son humanos. Se podría pensar que es obvio que lo son, por eso me voy a explicar.


En las adaptaciones de historias bíblicas que he visto las personas se convierten en algo más cuando de alguna forma se comunican directamente con Dios. Aquellos que lo hacen se convierten en algo más que humanos, al menos espiritualmente. Eso no pasa en la película de Aronofsky y me encantó. Los personajes principales se quedan con su condición de humanos, pero a la vez me provocó un poco de ruido que varios permanecieron de esa forma porque nisiquera estaban conscientes de la magnitud de su logro. Dios los eligió para comunicarse con ellos a través de Noé y en la cinta no parece que les haya provocado algo.


Noé está consciente de que de lo “afortunado” que fue al ser escogido por Dios para hacer su voluntad, pero a partir del nudo él no se siente dichoso ni superior porque le toca una tarea muy difícil una vez que el diluvio inició: debe matar al bebé de Ilá en caso de que sea una niña. Esa tarea que Dios le encomendó provoca que dentro de la barca un ambiente tenso durante los meses que permanecen a la espera de que el diluvio termine.

El único personaje que es equilibrado en esta película es Matusalén, el abuelo de Noé, interpretado por Anthony Hopkins. Es lo suficientemente sabio para aconsejar a su nieto y a otros personajes, y a la vez lleva una existencia muy simple.

Él sabe lo pequeño que es a comparación de Dios y del mundo que lo rodea y no se siente como un ser espiritualmente superior ni tampoco intelectualmente a pesar de que prácticamente lo es.


Lo único que le interesa hacer es comer bayas. Cuando Noé va para que le aconseje, él le pregunta si tiene bayas. Incluso cuando Ila se le acerca para que le ayude, él está agachado en las hierbas y busca bayas mientras habla con ella. A Matusalén le interesa satisfacer su deseo de bayas y justamente cuando el diluvio inicia encuentra algunas y se las come mientras espera que el agua se lo lleve.


Definitivamente Matusalén es el mejor personaje de la película. No solamente por la interpretación de Hopkins, sino porque es lo suficientemente consciente para percibirse a sí mismo como el ser pequeño que es a comparación de Dios y del universo. Y lo mejor de todo es que todo lo que acabo de explicar sobre su persona él no lo dice en el filme; sus acciones nos dicen más acerca de él que sus diálogos.


Esta película vale la pena porque tanto las actuaciones como la manera en la que Aronofsky y Handel, el otro guionista, abordaron la historia. No es necesario que la cinta se vea en semana santa, es disfrutable en cualquier día del año. Sí es cierto que hasta cierto punto es incómoda de ver, pero eso se compensa con el desarrollo y todo lo que se puede interpretar después de verla.

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