Conciencia Social |¿El amor es político?
- Misael Watanabe
- 12 ago 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 8 mar 2021
Ustedes se preguntarán la razón por la cual se abre esta participación con una interrogante tan peculiar. También se cuestionarán que un concepto como el amor difícilmente tenga que ver con la política, pero están íntimamente enlazados.
La monotonía que nos venden en la publicidad, en la radio, en la televisión, y hoy con la afluencia de las redes sociales, dista mucho de la realidad.
Dice Coral Herrera Gómez en Lo romántico es político: “Hay que romper con la idea de que el amor sólo puede darse entre dos personas, y hay que romper con los miedos que nos separan: los racismos, la homofobia, la transfobia, la xenofobia, la misoginia, el clasismo". Esto explica que el amor va más allá de los prejuicios.
Rara vez, porque en el caso personal ha sucedido, sometemos a crítica las acciones que realizamos en nuestras relaciones personales. ¿Realmente deseamos eso para lo que reste de nuestras existencias? La respuesta es fácil, pero de realización compleja; desanclar costumbres, hechos que se han vuelto tradiciones, sin duda es difícil.
Eso lo podemos ver en nuestro país, pues aún existen estados donde, por mencionar algún ejemplo, las personas del mismo sexo no pueden unirse en vida, o las mujeres que son autónomas con sus descisiones son juzgadas o también una práctica muy conocida en la frontera: las múltiples relaciones que existen entre personas, no importando que en lo oficial; “estén casadxs con otrxs”.
Aquí no se pretende alentar la no responsabilidad afectiva; para ser plenos es fundamental respetar a los otros, para así confluir.
Si deseamos cualquier tipo de relación, ya sea poliamorosa, monógama, etc., debemos tener la aprobación de las personas que participen en el vínculo sentimental. Ocultar las cosas no las desaparecen. Indudablemente existirían avances notables si quitáramos esas subjetividades que privan de placer a los humanos.
Comprender el aquí y el ahora, para hacernos amena la interacción con los demás, que un beso, una caricia o la exploración sexual no sean objeto de inquisición es, en su variedad, la apuesta; es luchar por la emancipación de los cuerpos. Para ello, el primer reto para amar libremente son nuestros hogares, pues ahí se encuentran nuestros padres o nuestras parejas.
Es una tarea de paciencia, ya que el cambio principal reside en nosotros. El amor implica una clara atención al autocuidado, nuestros sentimientos, la estabilidad emocional, la entereza física y sobretodo dar un trato por el cual recibamos el mismo resultado.
Lo segundo se efectuaría en una visión objetiva de las cosas, en no idealizarse un “para siempre” sino un "amo tu presencia y disfruto de tu compañía, pero sé que seré igual de feliz contigo o sin ti"; esto aplica para los familiares, inclusive.
Como lo menciona la filósofa argentina Lux Moreno, en una entrevista para el diario El Clarín, “el amor romántico es desigualdad social, porque sigue reproduciendo roles de género estancos”. Ya que es natural que, en algunas visiones de vida, no encontremos consenso, por lo cual se usa mucho la manipulación para coartar los sueños. Es en esos planteamientos donde hay que dar batalla.
Lo tercero es tener seguridad. Me acuerdo de que me decía una amiga que yo reprimía mucho algunos aspectos de mí específicamente a la hora de pretender una pareja. Hay cualidades que ya se tienen y se deben explotar. No hay que temer a pedir, a querer. Eso sí, respetando e irse acoplando a los anhelos de quienes nos acompañen.
Para cerrar la presente opinión retomo un artículo del diario El País, donde la psicóloga española Timanfaya Hernández suscribe lo siguiente: "Porque a las mujeres se les ha vendido algo que no es… Y es imposible cumplir con eso que nos han vendido". Da a conocer que, en este caso, las mujeres pacientes de la especialista no son felices por la carga de tareas a las que están sujetas a realizar.
Para esto, es toral buscar el equilibrio en la consolidación de las relaciones humanas. No soy un experto, pero, debatiendo desde la cama hasta el ámbito legislativo, lograremos victorias.
Otra cosa sería no dejarse influenciar por el aspecto consumista. El amor, sabiendo que podremos fallar, hay que forjarlo en la sintonía de nuestras naturalidades. Siendo pensante de que este no es estático, sino que se vive y se palpa de múltiples formas.
La batalla está ahí, para todos y de todos…
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